Antes que la lámpara se apague

Antes que la lámpara se apague

1 Samuel 3:1 -21

 

Estamos desarrollando el tema “recibir una palabra de Dios”. Comprendemos que hacerlo puede ser determinante para  alcanzar lo prometido por Dios”. Una palabra de Dios puede cambiar el rumbo o el propósito de nuestra marcha y permitir apresurar los tiempos para vivir en la plenitud pensada por Dios para nuestras vidas.

Así también recibir una palabra de Dios puede hacer la diferencia en nuestra  familia, el entorno social y aún en la nación. Ese es el caso de Samuel, cuando la Nación de Israel está cayendo en un tiempo de oscuridad espiritual, con los sacerdotes  en rebeldía contra Dios y el pueblo sin dirección espiritual, antes que la lámpara de Dios se apague, el joven Samuel recibe una palabra de Dios que devuelve la esperanza a la Nación. Dios no los había abandonado, aún actuaría en medio de su pueblo.

La palabra recibida de parte de Dios coloca a Samuel en la posición correcta para ser de bendición a toda la nación. Puede parecer extraño que semejante responsabilidad recaiga en apenas un preadolescente, pero es claro que el joven Samuel recibe esa palabra porque en su vida se conjugaban ciertos elementos que hacen posible recibir una palabra de Dios. Consideremos estos elementos.

 

Elemento #1

El servicio a Dios (1 Samuel 3:1)

Cuando el texto dice que Samuel ministraba, la palabra ministrar, es sharat en hebreo. Esta palabra denota el servicio que se ofrecía como parte del culto de Israel[1]. ¿Cómo se dio esta situación de que un niño estuviera en el templo sirviendo a Dios? Pues su madre, cuando era estéril le prometió a Dios que si le concedía un hijo lo consagraría al servicio divino. Es por eso que, cuando el niño fue destetado, lo entregó en el templo en cumplimiento de la promesa.

Es importante notar que cuando Samuel recibe la palabra de Dios tiene en contra algunas situaciones. Primero era un pre adolescente criado fuera del hogar. Segundo, empezó el servicio a Dios por voluntad de su madre. Y finalmente el entorno en el cual se cría es corrupto (1 Samuel 2:12).

¡Qué gran contraste con los hijos de Elí! Ellos nacieron en el Templo y fueron educados por su padre el sacerdote, sin embargo, menospreciaron el privilegio de servir a Dios. Mientras que Samuel, a pesar del entorno se consagra a servir a Dios. La elección de Dios de hablar a Samuel y no a los sacerdotes es totalmente comprensible. Dios le habló al que le servía.

Elemento #2

La instrucción sobre la relación con Dios (1 Samuel 3:7-9)

Al momento en que Jehová llama a Samuel este no comprendía mucho de los temas espirituales. Esto es evidente por la reacción de Samuel a la voz de Dios, cada vez que Dios le habla va junto al sacerdote Eli para preguntarle que quiere. Necesita Samuel de alguien que le enseñe a escuchar a Dios. El sacerdote Eli, a pesar de sus errores, ayuda al joven a escuchar la voz de Dios. Samuel aprovecha el conocimiento del anciano sacerdote y escucha hablar a Dios.

El proceso en que una persona con mayor experiencia entrena a un novel es común en toda la Biblia. Moisés entrenó a Josué,  Elías a Eliseo, Bernabé a Pablo, Pablo a Timoteo. Este proceso es necesario aun hoy (2 Timoteo 2:2).

Elemento #3

La expectativa sobre la manifestación divina (1 Samuel 3:9-10)

Expectativa significa: esperanza de conseguir algo. La expectativa sobre la manifestación divina es la esperanza de que Dios se manifieste sobre nuestra vida. Esta esperanza la tuvo Samuel luego de que el sacerdote Eli le enseñara que Dios quería hablarle. Sin lugar a dudas Samuel estaría esperando que nuevamente la voz de Dios resonara en el templo, para que esta vez pudiera decir: “habla porque tu siervo oye”.

Dios mismo crea la expectativa en el joven al pronunciar su nombre en reiteradas oportunidades sin completar el mensaje. Con cada llamado crece la fuerza de impresión. Cuando finalmente Samuel entiende que Dios quiere hablarle, la atención es total.

Este elemento tiene una diferencia sustancial con los dos anteriores: no se puede conseguir con una decisión. Es decir, se puede decidir servir a Dios y también buscar a alguien que nos instruya, pero no se puede decidir tener expectativa. La expectativa sobre la manifestación es consecuencia de una relación con Dios. Dios mismo creó la expectativa en Samuel y él debe crearla en nosotros. Lo que si podemos hacer es acercarnos en devoción a Dios y pedirle que despierte en nuestro corazón un deseo profundo de experimentar lo que tiene para nosotros.

Aplicación:

  1. ¿En qué está sirviendo a Dios? ¿Qué debe hacer para mejorar su servicio a Dios?
  2. ¿De qué manera está permitiendo que alguien le enseñe a escuchar a Dios?
  3. ¿Cómo calificaría su expectativa por lo que Dios tiene para usted? ¿Qué puede hacer para mejorar su expectativa por la manifestación divina?

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