Texto bíblico: 1 Tesalonicenses 1:2-10
En el Congreso de Obra Cristiana que se reunió en Panamá en el año 1916 América Latina fue considerada oficialmente como un campo misionero. A partir de este congreso las diferentes denominaciones presentes se distribuyeron la responsabilidad sobre cada país de Latinoamérica. Desde esa iniciativa tenemos presencia evangélica de denominaciones tales como Discípulos de Cristo.
Es interesante que un concepto que se manejaba y aun manejan algunas organizaciones es: presencia es igual a evangelización. Este concepto llevó a que se establecieran instituciones que marcaban presencia del evangelio como colegios y hospitales pero puso poco énfasis en la evangelización personal. El tiempo demostró que presencia no es igual a evangelización. La presencia de la iglesia a través de instituciones que actúan en el campo social no produjo una transformación relevante en la nación.
Lo contrario es totalmente cierto respecto a la iglesia en Tesalónica. Pablo llegó a aquella ciudad con un mensaje de confrontación respecto al pecado y de conversión a Dios. El resultado inmediato fue la creación de una comunidad de impacto en la sociedad. Tan profundo fue el impacto que por todo el país se hablaba de la conversión de los tesalonicenses.
La iglesia hoy necesitamos afectar a la comunidad, no solo estar presente. Del ejemplo de los tesalonicenses podemos entender que la iglesia que afecta a una comunidad posee algunas experiencias que le son propias. Veamos estas experiencias.
Experiencia #1
La Conversión (1Tesalonicenses 1:9)
La conversión es determinante para que una iglesia pueda afectar a una comunidad, y la iglesia de Tesalónica tuvo esa experiencia. Aunque Tesalónica era una ciudad pagana con una religiosidad muy distante a la judeocristiana. Sin embargo se convirtieron radicalmente. Conversión, en griego epistréfo, significa revertir, girarse en redondo, dar la vuelta. La vuelta que ellos dieron fue de la adoración a los ídolos al Dios vivo. Esta conversión fue un cambio inmediato y decisivo en respuesta al mensaje del evangelio.
El problema que encontramos en la actualidad es que la conversión, si sucede, es muy lenta. Se tarda mucho tiempo en hacer cambios. Y algunos no abandonan nunca el pecado por más que la Biblia se enfática en lo que es malo y no corresponde a un creyente. Así encontramos a una iglesia presente pero que no provoca ningún efecto positivo en la sociedad.
La conversión debe ser radical. Y como creyentes debemos preguntarnos ¿qué me falta cambiar? ¿Qué decisiones debo tomar?
Experiencia #2
El Servicio (1 Tesalonicenses 1:3,9)
Una iglesia que provoca cambios en la sociedad es la que practica el servicio. El concepto de abandonar la creencia en los dioses para servir al Dios vivo, no es un simplemente ya no creo en los ídolos y practico una nueva religión, sino ahora soy esclavo del Dios vivo y verdadero. Precisamente la palabra servicio, doulos en griego, significa esclavo.
El servicio que realizaban los tesalonicenses, y por el cual impactaron la sociedad, es un trabajo de amor, muchas veces incómodo, pesado, molesto. Claro está que aquellos que evitan molestias a favor de otros, poco aman. Sin amor, la predicación del evangelio es puro ruido sin trascendencia.
Experiencia #3
Una fe vívida (1Tesalonicenses 1:10)
Vívido significa vivaz, eficaz, vigoroso. El concepto de “fe vívida” surge de la frase «esperar de los cielos a su hijo». ¿Qué significa esta frase? Pues, se refiere a la expectativa que tenían los tesalonicenses por la venida de Jesús a buscar a su iglesia. Cuando Pablo estuvo en la ciudad les compartió la bendita esperanza del retorno de Cristo por su pueblo. Los nuevos creyentes atesoraron esta enseñanza y les sirvió de fortaleza en medio de las persecuciones. Ante cada dificultad se fortalecían en la esperanza del retorno de su Señor. La ansiedad por la venida de Cristo era tan intensa que marcaba su forma de vivir.
La fe vívida se evidencia en el comportamiento. Y se contrapone al conocimiento teológico sin hueco, sin conversión.