Creencias fatales

Texto bíblico: Isaías 1:10-20

Pocos sobrenombres pueden ser tan feos como los que Dios le puso al pueblo de Israel en Isaías 1:10: “Príncipes de Sodoma, Pueblo de Gomorra”, les dice Dios, a los gobernantes de Jerusalén, comparándolos de esta manera, con el pueblo tristemente conocido por ser destruidos por las inmundicias que practicaban. Lo más difícil de asimilar de estos sobrenombres es que se dirigen a los religiosos que llegan al templo para adorar.

¿Cómo es esto posible? Pues, el pueblo de Israel fue escogido para que viviese en consagración a Dios. Recibió para esto la Ley por medio de Moisés. Pero, con el paso del tiempo algunos interpretaron mal las ordenanzas divinas y desarrollaron creencias que resultaron fatales para la consagración.

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El profeta Isaías confronta duramente a los religiosos y sus creencias. La confrontación busca cambiar la vida y el destino de los oyentes. El mensaje empieza con dureza pero termina con un llamado a experimentar una vida de consagración en base a la misericordia de Dios. Consideremos las creencias que pueden ser fatales para la consagración, para que al identificarlas e nuestras vidas podamos renunciar a ellas.

Creencia fatal #1
Creer que la relación con Dios está regida por la práctica de ritos (Isaías 1:10-15)

Los líderes religiosos y gobernantes eran muy disciplinados en el cumplimiento de los mandamientos referidos a los sacrificios, festividades y días de reposo. Cumplidamente se presentaban en el templo para hacer con lo establecido en la ley. Sin embargo, Dios les reclama a los religiosos porque están “pisoteando mis atrios” (Isaías 1:12 BTX). Más aún les dice: “Mi alma aborrece vuestras solemnidades… Se me han vuelto una carga que no soporto más” (Isaías 1:14 BTX).

¿Cómo es posible que Dios rechace lo que demanda en su Palabra? Pues, es posible porque aunque los religiosos cumplían al pie de la letra la ley, lo hicieron como un mero rito, sin valor espiritual alguno. Una práctica externa que no representaba una vida de relación con Dios.

Debe entenderse que la religión que Dios espera que practiquemos no se trata de ritos. La vida con Dios no se trata de cosas para hacer: leer la Biblia, asistir a la iglesia, ayunar, servir; sino de una relación personal con Dios.

Creencia fatal #2
Creer que se puede separar la adoración a Dios de nuestra relación con el prójimo (Isaías 1:15-17)

Luego de rechazar con dureza la religiosidad externa, Dios les aclara el porqué del aborrecimiento que siente por ellos. Fueron malos, no buscaron el bien, desoyeron al huérfano y desampararon a la viuda. Aquí se evidencia la hipocresía de la religiosidad externa, pretendían adorar a Dios mientras maltrataban al prójimo.

De ninguna manera Dios recibirá algo de aquellos que maltratan a sus semejantes. Jesús lo dijo así: “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”. (Mateo 5:23-24). Y no solo es cuestión de no maltratar al prójimo para adorar a Dios, sino mejor aún de amar. La adoración a Dios inicia en el amor hacia los demás. Es imposible expresarle a Dios el amor hacia él cuando somos incapaces de amar a nuestros hermanos en la fe. El apóstol Juan lo explica de esta manera: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1 Juan 4:20).

Creencia fatal #3
Creer que se puede restaurar la relación con Dios sin arrepentimiento (Isaías 1:18-20)

Es impresionante que a aquellos que acusó de pisotear el templo, de quienes estaba harto Dios, les dice: Venid luego y estemos a cuenta, voy a pasar por alto sus pecados. ¡Cuán grande es la misericordia del Señor! A pesar de haberlos aborrecido ahora los perdonará. Claro está que, el perdón tenía como condicionante el abandono de las prácticas perversas a las que estaban acostumbrados.

Los pecados que cometieron los líderes religiosos, reprendidos por el profeta Isaías, son terribles. Lo peor es que sin vergüenza alguna pretendían acercarse a Dios igual, sin más. Mientras le quitaban la casa a la viuda y esclavizaban al huérfano presentaban ofrendas en el templo. Entonces, Dios les demanda un alto en su camino de pecado para poder acercarse a él. Esto no significa que se debe ser bueno para acercarse a Dios, pero sí que se requiere arrepentimiento.

Preguntas de aplicación:

  1. ¿Qué debes hacer para mejorar tu relación con Dios?
  2. Menciona una persona con la que debes mejorar tu relación. ¿Qué harás para lograrlo?
  3. ¿Qué necesitas cambiar para manifestar arrepentimiento?

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