¿Es posible que una verdad bíblica permanezca oculta por siglos? Para los integrantes del Movimiento Pentecostal no cabe duda al respecto. La experiencia espiritual de hablar en lenguas es muestra de ello, ya que permaneció desconocida por varias generaciones de cristianos.
Los avivamientos del siglo XIX y el Movimiento de Santidad con la búsqueda de la “entera santificación” prepararon el terreno para quitar el velo sobre esta doctrina.
El 1 de enero del año 1901, Agnes Ozman recibió el bautismo en el Espíritu Santo, este hecho aconteció en el Instituto Bíblico Betel, en Topekas, Kansas. La joven que experimentó el bautismo de fuego, pertenecía a un grupo de estudiantes que por medio de una investigación en el libro de los Hechos de los apóstoles, logró re descubrir un principio bíblico. Las lenguas evidenciaban el bautismo en el Espíritu Santo.
Es notable que la experiencia pentecostal no ocurrió inmediatamente al descubrimiento de la verdad teológica. Existía la necesidad de buscar en oración el poder de lo alto, lo cual acaeció en la vigilia del año nuevo.
Resulta asombroso estudiar el crecimiento del Movimiento Pentecostal. De 115 personas en la madrugada del año nuevo del 1901 a más de 100 millones a fines del siglo XX.
Sin lugar a dudas la Misión de la Calle Azusa 312 contribuyó a la expansión del movimiento. La obra dirigida por Willian Seymour se diferenció de todo lo conocido. Expectativas por la manifestación divina, ansiedad por la santidad, urgencia por la evangelización, convicción de pecado y humildad , junto con las lenguas quedaban como resultado a la visita al “Galpón de la Calle Azusa”.
Experiencias similares se vivieron simultáneamente en diferentes países como Chile, Brasil e India. El punto de partida del derramamiento del Espíritu Santo no varió: santidad, milagros, evangelización, crecimiento espiritual y numérico.
El relato del origen del pentecostalismo no aprovecha sino se evalúan los sucesos que le dieron nacimiento, junto con los esplendidos resultados que obtuvo, para luego compararlos con la situación actual de la iglesia.
Los movimientos o denominaciones cristianas cumplen un ciclo histórico. Comienzan con un despertar religioso que produce crecimiento acelerado. Posteriormente el avivamiento da lugar a la etapa organizativa, lo que ayuda a la expansión del movimiento. Con el correr del tiempo se implanta el periodo de corrección doctrinal, esto es necesario y útil. El problema de esta instancia radica en el deseo de adecuar la doctrina al pensamiento contemporáneo, lo que produce el alejamiento de los principios que provocaron el “fuego inicial”. El fruto final del ciclo histórico es lamentable: la cuarta generación reniega de sus orígenes.
Un ejemplo de esto es lo sucedido en años recientes. La iglesia presenció un triste espectáculo. Aquella denominación surgida del avivamiento del siglo XVIII quitó de su himnario las palabras “sangre de Cristo”, con el argumento de que dicha frase atenta contra la moral y la ética del presento siglo. Esta actitud se opone tenazmente al mensaje de su fundador, quien dedicó si vida al anunció de la salvación a través de la preciosa sangre de Jesús.
Es necesario notar que el Movimiento Pentecostal surgió con el derramamiento del Espíritu Santo en aquellos que reconocían la necesidad de un poder sobrenatural para vivir conforme al corazón de Dios, y no sobre todos los grupos eclesiásticos. Es por eso, que lograr que el fuego del Espíritu Santo permanezca para las futuras generaciones puedan gozar del poder de Dios, depende la actitud que cada creyente adopte. Permitir que el ciclo histórico se cumpla o apropiarse cada día de la oración del salmista…
Ten piedad de mí, Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
¡Crea en mí, Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí!
No me eches de delante de ti y no quites de mí tu santo espíritu.*
* Salmos 51: 1, 10, 11. Sociedades Bíblicas Unida, RVR 1995