El mes de marzo se despide con frío. El otoño se instaló en nuestro país. Para pocos fue sorpresa el cambio, el pronóstico extendido marcaba que así sería. Es mucha la precisión con la que hoy se pronostican los cambios climáticos.
Aunque esto no es nuevo. Ya tiempo atrás, Jesús, se refirió a la capacidad del hombre para comprender las señales en el cielo, a fin de pronosticar lo que sucederá con el clima . Claro está que las palabras en el evangelio de Mateo, sobre la capacidad de entender los cambios climáticos, no es en realidad un elogio, sino una reprensión por ser incapaces de entender las señales de Dios.
Al leer los escritos del profeta Hageo, en el Antiguo Testamento, se puede ver una reprensión similar. El pueblo de Dios asentado en Jerusalén vive un tiempo difícil. El clima resultó adverso, a la sequía se sumaban vientos que echaban a perder la cosecha . Se adiciona a los fenómenos naturales el asedio de las naciones vecinas (según se relata en los libros contemporáneos a Hageo). Ante esta situación el pueblo reacciona de una manera lógica. Multiplica sus esfuerzos para vencer la adversidad. Siembran mucho, trabajan más, se preocupan en ahorrar. Pero esto despierta la reprensión de Dios.
La reprensión de Dios parece inoportuna ante tal crisis. Pero no lo es. Lo cierto es que, aquellos que en ese momento estaban en Jerusalén, llegaron con propósitos definidos:
– Reconstruir el templo.
– Restaurar la adoración.
– Reedificar la ciudad de Dios.
Sin embargo, aunque que conocían lo primero que debían hacer no lo hicieron. De acuerdo a la reprensión comunicada por Hageo lo que los llevó a olvidar la misión es un problema de ideas equivocadas.
La primer idea equivocada es señalada en los versículo 1: 2: “Este pueblo dice aún no ha llegado el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada”. La pregunta que Dios hace al pueblo en el verso 1: 4, completa la idea equivocada que sostenía el accionar del pueblo “¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vustras casas artesonadas, y esta casa está desierta?”. Es decir, el pueblo creía que no era necesario iniciar aún la construcción del templo, era posible trabajar en las necesidades personales relegando la obra de Dios.
Aunque la crisis pudiera justificar la idea del pueblo, Dios señala que la forma de pensar empeoró la situación. Todo el esfuerzo que hicieron se perdió como castigo por no ocuparse de la casa de Dios y nada que hicieron produjo contentamiento . La sequía misma era parte del castigo divino por no ocuparse de la idea de Dios y trabajar por la idea del hombre .
Esto debe considerarse con atención: Si mi idea no está en concordancia con la de Dios, todo el esfuerzo quedará sin recompensa y nada producirá satisfacción. Peor aún, la disciplina de Dios pudiera manifestarse a fin de volverme a su idea.
Otra de las ideas equivocadas se considera en el capítulo 2 y verso 3. Los ancianos que sobrevivieron al destierro conocieron la majestuosidad del Templo construido por Salomón. Al tener que iniciar la construcción de un nuevo templo, sin las riquezas de antaño, la tarea les parecía infructuosa. Consideraban que sin plata y oro no podrían construir un lugar donde Dios se manifieste. Construir con escombros era lo mismo que hacer nada.
Dios rebate totalmente esta idea. La demanda al pueblo era el esfuerzo. Lo demás era responsabilidad divina.
Los judíos están a un paso de experimentar la gloria de Dios y casi la pierden por no coincidir con el pensar de Dios. Es posible que muchas veces hayamos estado a un paso de un milagro, de la manifestación del poder divino, pero no animarnos a obedecer la orden primera perdimos la oportunidad.
Si las ideas equivocadas pueden provocar resultados tan trágicos necesitamos asegurarnos de pensar a la manera de Dios. ¿Pero como hacerlo? La palabra “meditad” repetida 5 veces en el libro de Hageo responde a la pregunta. Literalmente meditad significa: “poned el corazón”. En este sentido, en la opinión de Jamieson, Fausset y Brown de como interpretar el versículo 5, dicen :
Poned vuestro corazón en vuestros caminos. El plural indica: Considerad tanto lo que habéis hecho… como lo qué habéis soportado…. Considerad seriamente si vosotros habéis ganado algo, con buscar lo propio y sacrificar lo de Dios.
Para finalizar, consideremos estas preguntas:
- ¿Mis ideas respecto de lo primero o importante en este tiempo de mi vida están concordancia con las ideas de Dios?
- ¿Estoy dispuesto a corregir mis ideas si soy confrontado con un error?
- ¿Cómo puedo conocer las ideas de Dios?