«Jehová va delante de ti; Él estará contigo, no te dejará… no temas ni te intimides.» Deuteronomio 31:8
Las promesas de Dios regalan esperanza y valor a nuestras vidas, ellas llegan en el momento justo y a la hora precisa.
Y cuando los problemas nos avasallan, cuando aparentemente no hay salida y sientes que tus fuerzas se han agotado; el Todopoderoso se hace presente como nuestro gran héroe, trayendo consigo las promesas más dulces, y, con mucha delicadeza, va inyectando en nosotros las fuerzas que se habían agotado. De pronto aquello que nos parecía imposible y presentaba un fin oscuro, comienza a aclararse y podemos divisar un nuevo amanecer.
Pero el secreto está en creer, en movernos por fe, en avanzar aun sin divisar la salida. De eso se trata.
Pablo nos da un buen ejemplo de la verdadera fe. Según Hechos 27:13-44, el apóstol, junto con otros tripulantes, fueron sorprendidos en el mar por una gran tempestad que les impedía avanzar.
La tormenta había durado varios días. Ellos se encontraban asustados, débiles y hambrientos. Todo indicaba que no podrían salvarse.
Y es en ese momento, en donde todo se veía oscuro y desesperanzador, Pablo se pone de pie, y con autoridad declara a los presentes que el ángel de Dios lo había visitado diciéndole: “Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante el César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho” Hch. 27:24, 25.
Aunque aparentemente era imposible salir ilesos de esta tempestad, este varón de Dios tiene el valor de declarar que nada malo ocurriría; y no solo tiene la valentía, sino que, sobre todo, tiene la convicción de que será hecho tal cual se lo han prometido…
Esta seguridad solo se logra cuando conocemos al que ha hecho la promesa. Cuando confiamos que nunca llegará tarde, ni será sorprendido por ninguna tormenta.
No podemos evitar que los problemas lleguen a nuestras vidas. Ellos llegarán sin pedirnos permiso y se instalarán por el tiempo que sea necesario. Pero sí, podemos estar listos para hacerles frente. Porque tenemos al mejor guerrero de nuestro lado, y Él está presto a venir a nuestro auxilio.
El problema no radica en qué tipo de tormenta nos llegue, mucho menos radica en el poder de nuestro superhéroe, dado que su poder es ilimitado. El verdadero problema que pudiéramos tener… está en nosotros. En la poca confianza que depositamos en aquel que ha prometido darnos la victoria, aquel que día a día nos muestra su amor, a través de un nuevo amanecer, a través de su perdón, a través de su paciencia.
Ahora bien, dime tú, ¿dónde está puesta tu confianza? ¿cuál ha sido tu reacción ante los desafíos?
Nunca olvides que tu superhéroe siempre estará presto para socorrerte. Él solo espera tu llamada de auxilio.
«Clama a mí y yo te responderé…» Jeremías 33:3