Texto bíblico: Éxodo 3:1-10
Al presentar la serie de sermones para el 2015 definimos que para que este año sea el Principio del cumplimiento de las Promesas de Dios teníamos que asumir responsabilidades una de ellas: Permanecer en la presencia de Dios. Respecto a esto, escuché en medio de la congregación algunos argumentos que revelan la preocupación de no poder cumplir con la responsabilidad que Dios nos impone. Los argumentos son: no siento la presencia de Dios o no puedo permanecer mucho tiempo en la presencia de Dios y otros peor aún, consideran que no son dignos de la presencia de Dios.
Moisés, quien experimenta la presencia de Dios en Éxodo 3, es un hombre que intentó servir a su nación y fracasó. Al momento del relato parece retirado de toda posibilidad de ser significante para su pueblo o para los propósitos de Dios. Sin embargo, Dios se manifiesta a él y aunque se considera incapaz de hacer la voluntad de Dios, este momento en la presencia de Dios, lo impulsa para ser uno de los hombres más grandes de la historia de la humanidad.
Es posible que tengamos sentimientos similares. Pero la presencia de Dios es suficiente para transformarnos en hombres y mujeres que Dios utilizará para afectar positivamente a nuestra nación. Ahora bien, es necesario entender que para experimentar la presencia de Dios que produce tal transformación deben conjugarse algunos elementos. Veamos los elementos que se deben conjugar para experimentar la presencia de Dios.
Elemento #1
La sensibilidad a las señales espirituales (Éxodo 3:2-3)
Al momento en que Moisés va a experimentar la presencia de Dios los años le han alcanzado y la confianza en sí mismo se perdió. Por cuarenta años trabajó como pastor de ovejas, distanciándose cada vez más de su oportunidad de ser de bendición para su
pueblo. Sin embargo los años en el desierto no apagaron su sensibilidad a las señales divinas.
Debe entenderse que aunque los años han pasado, el propósito de Dios sigue vigente (Romanos 11:29). Todavía Dios permanece en su plan y necesita despertar el llamado de Moisés. Entonces manifiesta una señal con la que empieza el proceso para restaurar a Moisés en la senda original. Esta señal es la zarza que arde y no se quema. Cuando Moisés reacciona a la señal es cuando Dios le habla.
Responder a las señales nos lleva a experimentar la presencia de Dios. Debieras preguntarle a Dios cada mañana: ¿Qué tienes para mí hoy? ¿De qué me estás hablando? ¿Cuál es mi tiempo?
Elemento #2
La santidad requerida por Dios (Éxodo 3:5-6)
En la ley del Antiguo Testamento es clara la demanda de santidad de Dios para con aquellos que se acercan a él. Los ritos de purificación levítica son una aclaración visible que Dios espera santidad de su pueblo. Cuando Moisés se acerca a la zarza recibe una orden de no hacerlo a menos que se santifique. De dos maneras responde Moisés a la demanda de santidad, se quita el calzado y cubre su rostro.
El Nuevo Testamento es claro respecto a la manera en que nos santificamos. Esto es a través del perdón de pecados por medio de Cristo. La promesa de Dios es: “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
Elemento #3
El propósito de Dios para con el pueblo (Éxodo 3:7-10)
La razón por la cual Dios se manifiesta a Moisés es porque tiene planes para con el Pueblo de Israel. Mientras Moisés disfruta estar en la presencia de Jehová escucha la misión que tiene que realizar, enfrentar al Faraón de Egipto para que libere a los Israelitas. Esto es claro, Dios se manifestó a Moisés porque tenía planes que beneficiarían a alguien más.
Cuando parece que Dios está ausente, que no sentimos su presencia es necesario reflexionar sobre nuestra voluntad para obedecer sus planes. La manifestación de la presencia de Dios no busca que hagamos un rinconcito para escondernos con él sino, para recibir dirección acerca de lo que haremos hacia afuera en cumplimiento de sus planes.
Preguntas de aplicación:
- ¿Puedes compartir alguna experiencia en la que percibiste una señal de Dios?
- Comparte alguna decisión que tomaste para santificarte.
- ¿Qué te pudiera alejar de los planes que Dios tiene para contigo?