Texto bíblico: 1 Samuel 15
No hay palabra mal dicha sino mal interpretada dice un refrán. Y pareciera ser que ese refrán ya era cierto desde tiempos antiguos. Por lo menos, así justifica el rey Saúl la decisión de salvar la vida del rey Agag, y guardar lo mejor del ganado para celebrar la victoria sobre los amalecitas. Aunque la orden de Jehová era muy clara: “Así que ve y ataca a los amalecitas ahora mismo. Destruye por completo todo lo que les pertenezca; no les tengas compasión. Mátalos a todos, hombres y mujeres, niños y recién nacidos, toros y ovejas, camellos y asnos.” (1 Samuel 15:3).
El primer rey de Israel, ungido por Dios para esa tarea, no actuó conforme a la orden divina y eso le llevó a perder el reino y a ser desechado por Dios. Podemos decir con certeza que, el rey no obró conforme a los planes de Dios porque no se determinó a una vida consagrada. Dios le escogió a Saúl para hacer grandes cosas, pero la falta de una vida consagrada le llevó a la desobediencia y la desobediencia al juicio de Dios.
Es claro que antes de ser desechado por Dios Saúl ya manifestaba los síntomas de una vida no consagrada. Y nos toca hoy analizar nuestras vidas y cuidar que esos síntomas no se manifiesten porque pudiéramos correr con la desgracia de Saúl. Veamos pues,cuales son los síntomas de una vida sin consagración.
Síntoma #1
Hacer las cosas a medias (1 Samuel 15:9)
Dios le dio una orden muy clara al rey Saúl y el rey se dispuso a obedecer. Sin embargo, hizo hasta donde le pareció conveniente. Cumplió en parte la orden divina, pero al momento en que creyó que podía sacar provecho extra de la victoria obtenida sobre los amalecitas se apartó de la obediencia. Hizo las cosas a su manera.
Claro está que una obediencia parcial es tomada por Dios como desobediencia total. Si algo el Señor demanda de ti debe hacerse a cabalidad. Dejar las cosas a medias es síntoma de una vida sin consagración.
Síntoma #2
El entorno negativo (1 Samuel 15:21)
El pueblo de Israel estaba espiritualmente desorientado. El rey era culpable de la condición del pueblo y era incapaz de cambiarlo. Cuando terminó la batalla el pueblo especuló con quedarse con el botín y el rey no pudo oponerse a ellos. Como no había hecho bien las cosas no tenía autoridad. Saúl fue incapaz de guiarlos hacia lo correcto pues no estaba en consagración.
Estar en consagración agrada al Señor y él te lleva a tener un entorno saludable. Bendices a quienes te rodean y ellos pueden obedecer a Dios por tu influencia.
Síntoma #3
Negarse a reconocer el error (1 Samuel 15:15)
El rey justificó su pecado aduciendo que era para ofrecer sacrificio a Jehová. Más aun echó la culpa sobre el pueblo. Cuando en realidad era responsabilidad de rey velar que se cumpla la orden de Dios.
Negarse a reconocer el error solo tiene un resultado, dice Proverbios 28:13: “El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia.
Síntoma #4
La falta de un arrepentimiento genuino (1 Samuel 15: 30)
Aparentemente Saúl reconoce su pecado, pero su arrepentimiento no es genuino. Cuando le pide al profeta Samuel que le acompañe de regreso al pueblo evidencia que le preocupaba más lo que dirían los ancianos, la gente, el pueblo, que el pensamiento de Dios.
El arrepentimiento genuino se evidencia en la voluntad de reconocer el pecado y apartarse totalmente de él y aceptar las consecuencias de los errores.
Preguntas de aplicación:
- ¿Qué tarea debes completar?
- ¿Cómo se puede ver que estás afectando positivamente tu entorno?
- ¿Cómo podemos darnos cuenta de nuestros errores?
- ¿Qué cambios en tu vida reflejan un arrepentimiento genuino?