Lo que pide de ti

Texto bíblico: Miqueas 6:1-8

Cuando de permanecer en la presencia de Dios se trata, uno de los mayores conflictos que los creyentes afirman enfrentar es la disponibilidad de tiempo. Muchas horas de trabajo, viajes interminables para retornar a la casa, compromisos con la iglesia, todos conspiran a una contra el tiempo que a Dios se debe dedicar.

Es indiscutible que el estilo de vida contemporáneo prioriza el activismo por encima de la contemplación. Pero, juzgando a la luz de Miqueas 6, tal vez la justificación de falta de tiempo sea insuficiente.

En el texto, Dios convoca a un juicio contra su pueblo porque éste se queja contra él. Luego de encontrados culpables, los acusados ofrecen un arreglo para poder permanecer en presencia de Dios, dicen los culpables: “¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? (Miqueas 6:6-7). La oferta para permanecer en delante de Dios parece ser muy generosa, pero el profeta interviene recordando las antiguas demandas de Dios: “Hombre, él te ha declarado lo que es bueno, lo que pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6:8).

Este puede ser nuestro problema. Consideramos muchas razones por la que nos cuesta estar en la presencia de Dios, la mayoría señala que el problema está en la falta de tiempo. Sin embargo, es posible que no cumplir las demandas de Dios sea la razón por la cual no podemos permanecer en su presencia. Veamos cuales son estas demandas

Demanda #1
Practicar el arrepentimiento (Miqueas 6:8)

“solamente hacer justicia”

Como se mencionó, la ofrenda para permanecer en la presencia de Dios parece ser muy generosa. Ellos proponen sacrificios costosos. Pero nada de lo ofrecido por ellos es de agrado para Dios, pues, es sin arrepentimiento por el pecado. La falta de arrepentimiento es evidente en que la ofrenda presentada es fruto de la estafa y la mentira (Miqueas 6:10-12).

La multitud de sacrificios que pudiéramos hacer para Dios no son suficientes sin disposición a abandonar el pecado. Por otra parte, es posible hacer justicia cuando se recurre a Jesús en confesión y arrepentimiento (1 Juan 1:8-9).

Demanda #2
Establecer una relación de amor (Miqueas 6:8)

“Y amar misericordia”

Para entender esta demanda primero es bueno explicar lo que no es “amar misericordia”. No es un pleonasmo (reiteración). No es una figura literaria. No significa amar el hacer actos de bondad. No está relacionado con las acciones misericordiosas hacia el prójimo.

Por otra parte, misericordia, jesed en hebreo, significa clemencia, piedad, compasión, ternura, amor intenso, fidelidad. Se la podría traducir también como “buena voluntad”.

Sin embargo, en algunas ocasiones, la idea principal denota fidelidad. El amor matrimonial a menudo se relaciona con jesed. Por cierto, el matrimonio es un compromiso legal y cuando este se infringe, la ley lo sanciona. Con todo, la relación, cuando es sana y fuerte, va mucho más allá de un asunto legal. De ahí el concepto de establecer una relación de amor con Dios.

Dios tenía una relación de pacto (así como un matrimonio) con su pueblo. Ahora bien, el pueblo obedece el pacto, pero no hay amor. Al quejarse por lo que Dios no les da están demostrando que se acercan a Dios porque le necesitan pero no porque le aman.
De ahí la dificultad para estar en su presencia, al no amar a Dios, le buscamos solo cuando queremos algo de él.

Demanda #3
Vivir en sumisión a Dios (Miqueas 6:8)

“y humillarte ante tu Dios”

Dios reclama humildad en nuestro andar con él. La palabra hebrea jalak traducida como “ante” significa básicamente andar, caminar. La Biblia Jerusalén traduce Miqueas 6:8 así: «Se te ha declarado, hombre, lo que es bueno, lo que Yahveh de ti reclama: tan sólo practicar la equidad, amar la piedad y caminar humildemente con tu Dios.» (Énfasis mío). Por tanto, la humildad no se circunscribe a una adoración de rodillas, ni a gestos de flagelación, sino mucho más que eso. Implica un caminar diario sujeto a la voluntad de Dios.

No cumplir con esta demanda significa invertir los papeles. El tiempo en la presencia de Dios, sin la disposición a vivir en sumisión, es querer hacer a Dios nuestro sirviente, el que cumpla nuestros deseos. Cuando ese debe ser nuestro papel.

Preguntas de aplicación:

  1. ¿Cómo podemos evitar caer en el error de acercarnos a Dios sin arrepentimiento?
  2. ¿Cómo podemos expresar a Dios nuestro amor?
  3. ¿Qué cambios en tu vida demuestran que vives en sumisión a Dios?

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